Clásico monumental
El domingo 29 de septiembre no fue un día cualquiera, pues
se suscitó un nuevo clásico del fútbol peruano, dos equipos tradicionales como
Universitario de Deportes, que fue local, y Alianza Lima, que visitó al
compadre. El estadio Monumental de Ate fue donde disputaron la punta, los cremas
llegaban como lìderes con 2 puntos sobre los blanquiazules.
Clásico monumental
El domingo 29 de septiembre no fue un día cualquiera, pues se suscitó un nuevo clásico del fútbol peruano, dos equipos tradicionales como Universitario de Deportes, que fue local, y Alianza Lima, que visitó al compadre. El estadio Monumental de Ate fue donde disputaron la punta, los cremas llegaban como lìderes con 2 puntos sobre los blanquiazules.
El domingo 29 de septiembre no fue un día cualquiera, pues se suscitó un nuevo clásico del fútbol peruano, dos equipos tradicionales como Universitario de Deportes, que fue local, y Alianza Lima, que visitó al compadre. El estadio Monumental de Ate fue donde disputaron la punta, los cremas llegaban como lìderes con 2 puntos sobre los blanquiazules.
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Estadio Monumental de Ate (Foto: Gol Perú) |
Como ya es costumbre, solo se jugó con hinchada local para
evitar enfrentamientos de ambas barras. Aproximadamente a la una de la tarde
fue cuando transitando por la Av. Canadá se oyeron disparos, era nada más y
nada menos que un enfrentamiento entre los compadres; la gente corría
despavorida, sin decir nada, pero con el temor en sus rostros. Es ahí cuando le
pregunto a un barrista de la U que era lo que sucedía, a lo que él me responde
“esos cagones toda la vida buscando chongo” y siguió su camino sin dar más
detalles.
Así de picante comenzaba la antesala, con dos heridos de bala,
con dos hinchadas que estaban prohibidas de verse, de juntarse para evitar
disturbios. En ese momento me preguntaba ¿dónde está la policía?, ¿por qué
siempre están para meter palo a la gente que ordenadamente hace su cola para
ingresar al estadio?, es algo que jamás lograré entender.
Tras una larga caminata para llegar al estadio Monumental,
aquel que es el más grande del Perú y además de Sudamérica, cerca de 60
mil gargantas dejaban su voz, cerca de 120 mil palmas coloradas de tanto
aplauso, más de 100 mil pies saltando y millones sí, millones de abrazos. Pues
el Monumental al fin estaba repleto y lleno de alegría.
Universitario de Deportes era líder y buscaba seguir el
camino para consagrarse campeón del torneo clausura. “Vamos, merengues, que
tenemos que ganar” era el cántico con euforia que escuchaba de los barristas en
todo el estadio, que con palmas arriba, con polos en la mano y con ojos
cerrados palpitaban la antesala. Aún no empezaba el cotejo, y ya estaban al
borde del colapso, jubilosos y pasados de revoluciones.
El equipo merengue salió a la cancha con intensidad, bajo
una espectacular lluvia de papeles cremas y guindas. Salieron con ganas, a
darlo todo, a pelear hasta las pelotas perdidas, salieron no solo a ganar, sino
a morir ganando.
El partido comenzó a las 4 en punto, Joel Alarcón
pitó el inicio, arrancaba todo, los locales movían el balón, le ponían
intensidad al juego. Alianza defendía y no dejar respirar al rival, por otro
lado, los cremas hacían daño por las bandas con sus jugadores más resaltantes
como Hohberg y Quintero.
Sorpresivamente a los 24 minutos y desde un lateral nació el gol, Alejandro Hohberg la creó y Quintero la finalizó. El primero pateó, el segundo aprovechó el rebote de Pedro Gallese. El peruano puso la pólvora, el panameño hizo estallar al Monumental y explotó una fiesta, algunos hasta corrieron despavoridos pensando que se venían abajo las gradas. Pero, el coloso de Ate, al igual que su equipo, es inquebrantable y si se cae, se levanta de nuevo.
Sorpresivamente a los 24 minutos y desde un lateral nació el gol, Alejandro Hohberg la creó y Quintero la finalizó. El primero pateó, el segundo aprovechó el rebote de Pedro Gallese. El peruano puso la pólvora, el panameño hizo estallar al Monumental y explotó una fiesta, algunos hasta corrieron despavoridos pensando que se venían abajo las gradas. Pero, el coloso de Ate, al igual que su equipo, es inquebrantable y si se cae, se levanta de nuevo.
Jugadores de Universitario celebrando el gol de Alberto Quintero (Foto: www.universitarioperu.com)
Al minuto 39, los blanquiazules atacaban el arco de José
Carvallo, en un tiro de esquina, Corzo peleaba con Rodríguez por la posición en
el área chica, pero el de Ate terminó con sus brazos alrededor del uruguayo,
dejándolo en el suelo, el juez del partido no se percató o no quiso cobrar
el penal para que la barra crema en cantidad abrumadora se le fuera encima en
el estadio.
La hinchada se jugaba su partido, hacía vibrar el campo, su algarabía cruzaba el césped y emocionaba de norte a sur, de oriente a occidente. Y cómo será que calentó el ambiente, que hasta la tarde dominical presentó un sol insospechado.
La hinchada se jugaba su partido, hacía vibrar el campo, su algarabía cruzaba el césped y emocionaba de norte a sur, de oriente a occidente. Y cómo será que calentó el ambiente, que hasta la tarde dominical presentó un sol insospechado.
Entonces la gente aplaudía cada barrida de Corzo, cada pelea
de Hohberg, cada vez que Kevin Quevedo y compañía la mandaron afuera. Porque
los blanquiazules tenían sus recursos y buscaban las espaldas de los locales,
pero la tarde era crema, hasta los ‘off side’ tenían camiseta merengue.
Al termino de los 90´ los cremas ganaban otro clásico a Alianza Lima y lo habían ganado bien. Se acercaba a la gloria, al título, aquel que le es esquivo hace algunos años.
Al termino de los 90´ los cremas ganaban otro clásico a Alianza Lima y lo habían ganado bien. Se acercaba a la gloria, al título, aquel que le es esquivo hace algunos años.
Alberto Quintero (Universitario) y Kevin Quevedo (Alianza Lima) disputando la pelota.
(Foto: Fan page www.universitarioperu.com)
Ganó Universitario y ahora es líder con cinco puntos de
ventaja, ganó y suma ya cinco victorias consecutivas en el Clausura, ganó y el
estadio explotó; y las lágrimas caían por el rostro de los jugadores, de los
hinchas y de media ciudad.
Ese sentimiento no era solo de alegría, era revancha pues
Alianza Lima en los últimos 8 partidos había logrado 6 victorias, 1 empate y
una sola derrota.
Y mil voces se unieron, todas eran una y una eran todas “Dale, campeón, dale, dale, dale, dale, campeón”, así se escuchaba en todo Ate, Lima y el Perú.
Y mil voces se unieron, todas eran una y una eran todas “Dale, campeón, dale, dale, dale, dale, campeón”, así se escuchaba en todo Ate, Lima y el Perú.
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